“Cuando comemos azúcar
perdemos vitaminas del grupo B, calcio, fósforo, hierro y otros elementos
nutritivos que salen directamente de nuestras reservas”, cuenta el doctor
Madrigal. Si algo es el azúcar, es un auténtico ladrón de calcio. “La solución
no consiste en beber más leche y tomar más calcio, sino en una correcta
alimentación desde jóvenes”. El azúcar causa la pérdida de importantes
minerales, sobre todo de calcio, que es automáticamente expulsado del organismo
cuando irrumpe el azúcar. El organismo no tiene más remedio que coger el calcio
de los huesos, lo que contribuye a debilitarlos y degenerando en una osteoporosis.
Las mismas caries que se producen en los dientes se van produciendo en los
huesos. No se ven, pero se sienten de mayores.
Dos de las reacciones del
“consumidor” de azúcar son suficientes para clasificarla entre las sustancias
adictivas: la ingestión de una cantidad pequeña genera rl deseo de más azúcar y
la abstención total de azúcar produce mono. Dicen los entendidos que el azúcar
es uno de los peores venenos que existen en el mundo. Las investigaciones les
llenan de razón. Para digerir, purificar y eliminar el azúcar hace falta que el
organismo utilice vitaminas y minerales de sus reservas. “Y, al final, el
exceso de azúcar afecta a cada órgano del cuerpo”, cuenta el doctor Cidón
Madrigal en su libro La dieta.
El azúcar extra que circula
por el cuerpo se instala por primera vez en el hígado en forma de glucosa. Al
ser un consumo excesivo diario, cuando el hígado llega a su máxima capacidad se
hincha como un globo y devuelve a la sangre el exceso de glucosa en forma de
ácidos grasos que se transportan a cada parte del cuerpo. Primero, eligen las
áreas más inactivas del cuerpo para almacenarse: las nalgas, los pechos y las
caderas. Cuando ya están llenas hasta la bandera, los ácidos grasos acampan
entre los más activos, como el corazón y los riñones. “Es entonces cuando la
función de estos órganos se ralentiza, degenerando sus tejidos y volviéndolos
grasos”. Al final, todo el organismo queda afectado por una funcionalidad
disminuida, produciendo una tensión sanguínea anormal.
Claro que un poco de azúcar
en el café de la mañana no hace daño a nadie. No causaría ningún problema si
esa cucharada no se repitiera demasiadas veces al día, conscientemente o sin
darse cuenta. Eche sus propias cuentas. El café de primera hora: dos
cucharadas; una Coca-Cola para comer equivale a 10; el yogurt con frutas: 8; un
helado de chocolate: 19. Estos cuatro alimentos adicionales ya suman 39
cucharadas de azúcar. Algunos organismos internacionales aconsejan que para una
dieta de 2.300 calorías, lo ideal es ingerir 57 gramos. Son, más o menos, 11
cucharadas. ¿Cuántas le sobran? Demasiadas, seguro. Tal vez lo que no sepa es
dónde va ese azúcar de más que circula por su cuerpo ni qué efectos le produce.
Aumenta el colesterol y los
triglicéridos
Al mismo tiempo que aumenta
el peso, otros elementos dañinos como el colesterol y triglicéridos también
crecen. Día a día, se acumulan “todas las papeletas para ser uno más de las
miles de personas que padecen enfermedades cardiovasculares en nuestra
sociedad”.
Se sabe que el azúcar
paraliza el sistema inmunológico y que es culpable de desequilibrar la
glucemia, con sus repercusiones psicofísicas: el azúcar blanco, absorbido muy
rápidamente por el intestino delgado, causa una veloz e intensa elevación del
azúcar en sangre (hiperglucemia) que conduce a un estado de excitación física y
psíquica.
También incrementa el riesgo
de desarrollar cáncer. Las células segregan productos de desecho llamados
radicales libres. Las enzimas neutralizan los efectos negativos de los
radicales libres, pero las enzimas necesitan un balance adecuado de minerales
para ser efectivas. Cuando el azúcar reduce los minerales del cuerpo, las
enzimas dejan de ser tan efectivas, incrementando la presencia de radicales
libres que pueden reducir la disponibilidad de oxígeno, lo que podría provocar
mutaciones celulares cancerígenas.
Hiperinsulismo, diabetes,
úlceras estomacales, enfermedades hepáticas, obesidad, indigestión, dermatitis
seborreica, falta de concentración, ansiedad, trastornos psicológicos e incluso
comportamientos delictivos violentos son otras consecuencias que podría tener
el azúcar de más en el cuerpo.
La doctora Mónica Name ha
comprobado que en el último decenio el consumo de helados se ha visto aumentado
en un 852% y el de bebidas azucaradas hasta en un 2.638%. Más o menos, un niño
de 12 años que ingiera dulces habitualmente habrá consumido a su temprana edad
tanta cantidad de azúcar como la que haya podido tomar su abuelo en toda su
vida.
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